lunes, 21 de mayo de 2012

El Chelsea está en deuda con el fútbol, no al revés

Antes y después de la final de la Liga de Campeones he leído comentarios en algunos diarios digitales, tanto de periodistas como de lectores, diciendo que el fútbol le debía una al Chelsea. Absurdo. El fútbol puede deberle algo a la Hungría de Puskas, Kocsis y Czibor, a la Holanda de Cruyff o al Brasil de Zico y Sócrates, pero jamás al Chelsea. En todo caso, es el Chelsea el que ahora está en deuda con el fútbol. Lo mismo que la selección de Grecia. O el Inter de Mourinho, que hacía jugar a Samuel Eto'o de lateral derecho, una decisión similar a la de Di Matteo mutilando el talento de Juan Mata. Estos oscuros campeones robaron al fútbol lo que es suyo: la belleza. 



Hay quienes afirman que esa presunta deuda del fútbol con el equipo de Roman Abramovich se remonta a la final de la Champions 2008, cuando John Terry resbaló al chutar un penalti que, de haberlo marcado, hubiese dado el título a los 'blues'. Argumento igualmente absurdo. Todos los futbolistas que participaron en esa tanda lo hicieron en las mismas condiciones que Terry, sobre un césped que parecía un mar verde por culpa de la intensa lluvia. Si el capitán del Chelsea falló, la responsabilidad es suya, no del fútbol.

Otros 'comentaristas', a los que se les notan mucho los colores -o contra qué equipo van-, nos cuentan que el balompié le debe al Chelsea algo por aquella semifinal de 2009 frente al Barça. Esto es más insensato todavía. El nuevo campeón europeo no lo fue entonces por su cobardía. En ese partido, el árbitro Ovrebo les regaló la expulsión del barcelonista Abidal por una falta inexistente. En lugar de aprovechar su doble ventaja -la del marcador y la de jugadores en el campo-, el Chelsea se atrincheró atrás. Y, por mucho que insistan los defensores de esta actitud pusilánime, el gol que eliminó a los de Abramovich lo marcó Iniesta y no el árbitro.

No pretendo poner en duda la victoria del Chelsea en la Liga de Campeones 2011-2012. Fue el Bayern el que jugó al fútbol, pero también cometió esos errores imperdonables que siempre acaban pasando factura ante equipos-alambrada: la sustitución de uno de sus mejores hombres en ataque, Müller, autor del 1-0, para poner en su lugar a un central, Van Buyten -defensa por delantero, todo un complejo de Chelsea-. El penalti errado por Robben y sus diagonales a ninguna parte. La falta de entendimiento entre Olic y el propio Van Buyten, quien desperdició un pase para que marcara a puerta vacía... En la Copa de Europa siempre gana el mejor, y en su defecto, el menos malo. Esto fue lo que ocurrió el pasado sábado. 

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