sábado, 23 de junio de 2012

La afición de España, un país sin término medio

España es un país sin término medio. Hay numerosas pruebas de esta aseveración, desde rivalidades por cualquier nimiedad hasta guerras civiles. El fútbol, aunque no llegue al belicismo, es una muestra más de las dos Españas

No estoy comenzando un artículo sobre el antagonismo entre Barcelona y Real Madrid, llevado hasta el absurdo por amplios sectores de sus respectivas masas sociales. Pero sí hay relación con ello: se está jugando la Eurocopa, y ahora toca hablar de los aficionados españoles, gran parte de ellos muy influenciados por sus preferencias a nivel de club.

No hay más que echar un vistazo a los comentarios en los foros sobre noticias deportivas. Unos del Madrid dicen que la selección le debe todo a Casillas (comentario 21) y otros hinchas del mismo equipo se quejan de que haya tantos catalanes en el once titular -atentos a los comentarios 2 y 5, lo que hay que oír-. En el sector del Barça hay otros que no les van a la zaga en discusiones inútiles y afirman que en la 'Roja' sólo cumplen los jugadores azulgranas (12). Y en el bando raulista -una escisión del madridista más o menos avenida con éste-, llegan al colmo de la estulticia contándonos que sin Raúl no hay nada que hacer o que, aunque se gane, no les motiva la selección española porque no juega el 'ex 7' (812). Algunos de esta facción hasta pronuncian conferencias sobre raulismo.


Cuando juega el equipo nacional, un nutrido número de aficionados empieza a sacar cuentas sobre la cantidad de jugadores procedentes de su club presentes en el once o, en su defecto, cuántos del equipo rival son titulares. Así será más fácil decidir quiénes han jugado bien si el partido se ha ganado o cuáles serán los responsables en caso de derrota. Depurar responsabilidades es básico para muchos.

Lo de la división futbolística de España no es sólo cosa de la enemistad entre Madrid y Barça, sino también de otras controversias. Por ejemplo, la que afecta a Vicente del Bosque. Sectores del madridismo, entre los que se encuentran seguidores de Florentino Pérez, enamorados de José Mourinho, raulistas y otros, se unen a grupos de barcelonistas y aficionados de cualquier otro equipo de la Liga o admiradores de algún delantero en particular para poner a caldo al seleccionador. Y en el lado de los defensores de Del Bosque también se juntan madridistas, barcelonistas, y todos los -istas que hagan falta. 

Y otra diferencia comparable al día y la noche entre los seguidores de España es la del optimismo excesivo de algunos frente al pesimismo desmedido de otros. En unas horas, España jugará contra Francia, rival al que jamás ha derrotado en duelo oficial. Pues aquí, unos piensan que el partido está ganado antes de empezar -a lo mejor desconocen los anteriores enfrentamientos entre ambas selecciones- y otros, que no hay nada que jugar porque ya se ha perdido -de éstos se puede decir que no valoran lo que tenemos-. 

El todo o nada se advierte hasta en las gradas. Es cierto que ahora cada vez más aficionados españoles viajan allá donde la selección juegue -ya no lo hace sólo Manolo el del Bombo-, y que la proliferación de camisetas rojas es notable en los estadios. Pero en las imágenes televisivas no se nota que esa hinchada esté siempre apoyando al equipo. Si hay gol, todo es jolgorio y alegría, pero si vienen mal dadas, entra el tembleque y se deja de animar. Probablemente muchos ya estén buscando los culpables que aludíamos unos párrafos más arriba. Grave error: todos los que han viajado a Ucrania y Polonia deben tener presente que los jugadores necesitan de su aliento siempre, y en especial cuando la cosa no funciona. 

Hoy todos debemos estar con la selección española. Sin fisuras.









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